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domingo, 7 de julio de 2013

Capítulo 22

HOLA DE NUEVOOO :DD
Siento tanta espera, y es verdad que hace unos días que os dije que iba a subir el cap, pero me faltaba darle el toque final y he hecho tantas cosas, que no me había dado tiempo. Aquí tenéis por fin el nuevo capítulo. 
Espero que os guste y comentad por favor :)
Que la suerte esté siempre de vuestra parte, lectores :3
PD: He mejorado un par de cosas, como poner guiones en los diálogos que siempre se me olvidaba y poner estas mini-introducciones a la entrada en otro tipo de letra, espero que os guste :3


Sirius me despierta al amanecer, después de una noche llena de pesadillas.
-Ariadna, creo que Luna necesita ayuda.
Me incorporo, ya completamente despierta. Si algo me ha enseñado la Arena, es que no puedo permitirme el lujo de remolonear y tardar en despertarme.
-¿Qué le pasa?-le pregunto mientras me pongo de pie.
-La herida de anoche, tiene un poco de mala pinta,-me contesta él.- pero no lo digas delante de ella. No quiero asustarla. Alsan esta con ella.
Asiento con la cabeza y voy hacia donde están Alsan y Luna. La pequeña esta riéndose de alguna broma de Alsan, ains hasta en los momentos duros, él consigue que seamos un poco más felices.
-¿Cómo esta tu herida pequeña?-le digo arrodillándome a su lado y quitándole las vendas.
No tiene buena pinta, pero tampoco está infestada. Le vuelvo a echar el mismo mejunje que anoche y la vendo de nuevo.- Va bien, en nada seguro que estás perfecta-le digo sonriendo, pero por la cara que ha puesto, no se lo cree del todo.

-Bueno, entonces, ¿nos volvemos a otra zona?-pregunta Luna poniéndose de pie.
Bien eso es bueno, puede apoyar la pierna, quizá no esta tan mal como me pareció.
-Creo que será lo mejor, pero primero deberíamos recoger algunas frutas y hojas que conozcamos, porque no sabremos si allí habrá-les digo.
-Y podríamos ir a ver si esos mutos han dejado algo.-dice Sirius.

Así que aquí estamos, otra vez donde los mutos nos atacaron anoche. Los aerodespizadores se han llevado los cuerpos de los tributos, pero el de la bestia que mató Alsan sigue aquí. Aún muerto y tirado en el suelo, sigue dando miedo.
-Lo único que podríamos aprovechar de aquí, es la carne del muto, si estáis dispuestos a probarla.-dice Alsan.
-Me parece una mala idea.-le contesta Sirus.-¿Creéis que los del Capitolio nos darían tanta comida tan fácilmente?
-Obviamente, no-digo en voz alta, aunque todos hemos pensado lo mismo.-Así que mejor vámonos de aquí, ya tenemos frutas para comer, al menos hoy.
-Por aquí no conseguiremos nada más, vámonos.-dice Alsan.

Y nos ponemos en marcha hacia la selva, de la que cada vez estoy más convencida, que no deberíamos haber salido.

No sé cuanto tiempo tardamos en llegar a la zona de selva, pero el sol ya está bastante alto. Andamos bastante rato más hasta que llegamos al pequeño claro donde perdimos a Prue y a Josh.
-No creo que aquí podamos formar un refugio en los árboles como antes.-les comento a los demás mientras paramos un ratito a descansar y a comer algo.
-Estoy de acuerdo contigo, Ari.-dice Alsan sentándose a mi lado.
-Entonces deberíamos acampar cada noche en una zona.-dice Sirius.
-Pues antes que eso necesitamos otra cosa.-dice Luna levantándose con trabajo, y respondiendo a nuestras caras de confusión, sigue diciendo- Buscar agua. Sin agua no vamos a ningún lado.
-Luna tiene razón.-afirma Sirius.- Creó que estudié una vez, que en la selva suele llover de noche, pero tan poco, que no dará para beber. Tiene que haber un lago o un río o algo por aquí cerca.

Alsan me ayuda a levantarme. Le sonrío, pero él apenas me devuelve la sonrisa. Mientras vamos andando en busca de una fuente de agua, le pregunto:
-Alsan, ¿qué te pasa? Y no me digas que nada porque no me lo creeré.
-Tengo un mal presentimiento.-dice Alsan tras exhalar un suspiro.- Desde esta mañana. Pero no quiero pensar en eso, quiero estar contigo.
-¿Y algo te lo impide?-le pregunto mientras me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla.- Porque yo, desde luego, no tengo ningún inconveniente, ¿sabes?-con este comentario consigo que se ría y luego me da un beso.
Me gusta el sonido de su risa, me tranquiliza. Es como saber que después de la tormenta siempre sale el sol.

-Hey, parejita,-dice Luna entre risas- venid rápido, que creo que hemos encontrado agua.
Nos acercamos a ver, y lleva razón, han encontrado un pequeño riachuelo, apenas un hilo de agua, pero cuando empezamos a seguirlo, acabamos a las orillas de un pequeño lago. No más grande que nuestro refugio anterior, pero más que suficiente para lo que nos hacía falta.

Nos bañamos en condiciones por primera vez en varios días, y rellenamos nuestras botellas de agua.
Sigue siendo temprano, por la posición del sol, diría que son las cuatro, pero en este sitio nada es fiable. Nos alejamos un trecho del lago y nos ponemos en una zona donde los árboles son más densos, para escondernos mejor.
En esto, que suena un cañonazo. Suena muy amortiguado, por lo que seguro que es por la Cornucopia o sus alrededores, pero un cañonazo es un cañonazo al fin y al cabo. Y eso significa otra muerte. Solo quedamos siete.

Sirius se levanta de golpe y antes de que nos dé tiempo a preguntarle, nos indica silencio con un dedo sobre los labios. Nos quedamos todos atentos. Suena un murmullo de fondo. Como de hojas al moverse.
Todos nos levantamos en silencio y sacamos nuestras armas: Alsan coge su arco, Sirius la ballesta y Luna y yo nuestros cuchillos y puñales.
El ruido se va acercando. No, no son hojas, es más bien un zumbido.

-¡¡RASTREVÍSPULAS!!¡¡CORREEED!!-grita Luna, pero es demasiado tarde.
Sirius y Luna se libran más o menos de sus picaduras, pero antes de darme la vuelta yo ya he recibido varias de ellas. Y su veneno hace efecto al instante. Empiezo a marearme.
Me doy la vuelta para empezar a correr, pero escucho un grito que en mi cabeza resuena tres o cuatro veces. Alsan.

Vuelvo a girarme y lo busco con la mirada entre todos los colores que veo, colores antinaturales, más antinaturales que los que lleva la gente del Capitolio. Y entonces lo veo.
Esta de pie, con una espada clavada en la barriga. Alsan se gira hacia mi.
-Corre Ariadna, corre, huye-me grita mientras hace un esfuerzo por no caer, por no dejarse vencer. Doy un paso hacia él, pero con el mareo apenas avanzo- ¡NO! No vengas, morirás tú también. Huye, sálvate, por mi.
No tengo otra opción, me lo esta rogando con lágrimas en los ojos, tengo que irme. Y mientras avanzo lo más rápido que puedo, escucho como me dice, ya con la voz entre cortada:
-Ariadna, te amo.

Y entonces comienzo a llorar y a correr más, porque en alguna parte de mi cerebro que todavía piensa con claridad, sé que lo estoy perdiendo, que lo he perdido, pero que no puedo hacer nada.
Y llego al lago, y me tiro al agua. Y me quedo allí, boca abajo. Y si no fuera porque Sirius y Luna me levantan de allí, me hubiera quedado allí y me hubiera dejado morir.

El agua era tan bonita, ya no era azul, sino rosa, rosa como el aerodeslizador que sobrepasa mi cabeza instantes después de que suene un cañonazo, pero eso no parece un cañonazo, sino más bien un ruido gracioso. Y el pelo de Luna se ha vuelto azul, y a Sirius le cae sangre de una rodilla, pero la sangre cuando toca el suelo se transforma en burbujas y sale volando.
Cierro los ojos porque tantos colores y burbujas brillantes me están mareando. Y si por mi fuera no los abriría más. Y pienso en Alsan, en como de debajo de la espada salían espirales moradas que caían al suelo como serpentinas. Y lo veo caer, y siento como yo caigo con él.
Pero él cae al suelo mientras que yo caigo a un pozo negro, un pozo negro sin fondo, sin nada, sin él.

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