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viernes, 23 de agosto de 2013

Capítulo 25

Aquí os dejo otro capítulo más, aunque siento el retraso :P Bueno para compensaros esta tarde intentaré escribir el siguiente, que ya me queda muy poquito, y lo subiré mañana o pasado como muy tarde. Como siempre os digo comentad cuanto querais, y espero que os guste :3

domingo, 18 de agosto de 2013

Aunque no sea un humano


-¿Qué harías tú en mi lugar?-le pregunto al gato. Pero él solo me mira con cara de no comprenderme y maulla, como siempre.
Me levanto de la alfombra y lo cojo en brazos. Me mira con cara de asesino, pero sé que nunca me hará nada, mi gato es bueno.
-Venga, venga, no te enfades, que te suelto en un ratito.-vuelve a mirarme como si no me comprendiera y empieza a ronronear un poquito.
Lo achucho más fuerte y lo dejo que salte de mis brazos al suelo. Para variar, cae al suelo sin hacer ningún ruido, de la forma más elegante que he visto.
“Nunca dejarán de sorprenderme estos animales”-pienso mientras ando hacia la cocina para coger algo de comer.- “Tan sigilosos y tan ágiles, tan perfectos, y sin embargo están aquí, como las mascotas de los seres más ruidosos y torpes que hay, los únicos que tropiezan dos veces con la misma piedra: los humanos. Nunca entenderé por qué”
Vuelvo hacia mi cuarto y cojo el dibujo que empecé antes mientras hablaba con el gato: la silueta de una chica de espaldas a mí, andando por un camino rodeado de plantas.
Estoy a punto de arrancar la hoja, pero me arrepiento a tiempo y solo la paso y empiezo mi siguiente dibujo. Cierro los ojos y comienzo a dibujar, he pintado esto tantas veces que sé la forma de memoria.
Cuando abro los ojos, en el papel hay un gato pintado, como casi siempre. Esta vez es un gato sentado al pie de una escalera, mirando hacia arriba. Una postura muy típica en mi gato.
Levanto la cabeza y me asomo al borde de la cama, y veo como mi gato me mira en esa misma postura.
-Gato, ¿me cambias la vida?-le pregunto al borde de las lágrimas. Como me gustaría ser un gato casero, con esa elegancia y esa vida tan cómoda.
El gato se sube a mi cama y refriega su cara contra la mía, como diciéndome “lo haría si pudiera”. Y sé que la persona que más me comprende en el mundo, es él, aunque no sea un humano.

viernes, 2 de agosto de 2013

Capítulo 24

Como os prometí, aquí tenéis el nuevo capítulo, y no os preocupéis, que aún me quedan uno o dos más.
Espero que os guste, y comentad, por favor :3
PD: me ha quedado un poquito largo, porque son 3 folios enteros y unas cuantas líneas del 4, pero no podía cortar antes :/


jueves, 1 de agosto de 2013

Descalza


Descalza. Una vez más, recorro la casa descalza. Y recuerdo cuantas millones de veces me han dicho que no ande descalza. Pero me gusta. Es uno de esos momentos en los que me siento yo misma.
Voy hacia la radio del salón y elijo un cd de la estantería. Jazz, me apetece escuchar jazz. Coloco el disco en la radio y mientras las primeras notas empiezan a salir por los altavoces me dirijo hacia mi rincón.
Hace años que convertí este rinconcito de la casa en mi reino, mi universo, mi vida entera está allí. De hecho, hasta las paredes están pintadas de un tono distinto al resto de la casa. Están pintadas de mi color: ese azul que tanto me gusta, el mismo tono que el azul de un pantalón vaquero.
El suelo de frías losas esta recubierto por una pequeña alfombra suave, como si fuera de pelo, incluso en verano. Encima de ella esta un gran puf donde sentarme, o más bien hundirme. Y encima, desde la altura de mi torso hasta el techo, estanterías. Estanterías repletas de libros. No me hace falta más. Nada más. Mi mundo, mi micro-universo.
Y elijo un libro entre los centenares que hay. Cojo la escalera para llegar al que he elegido, que está en las baldas más altas. Y me hundo en el puf y cruzo las piernas. Enciendo la pequeña lamparita de pared para poder leer.
Y me dejo llevar por la música y por las palabras, hasta que desaparezco de este mundo y entro en el mío. En el que nadie puede molestarme. Y en el que nadie me riñe por ir descalza.

Lectores Compulsivos

¿Sabéis esa sensación de conocer a alguien de toda la vida aunque lo conozcas de hace dos días? Pues eso es lo que me han hecho sentir ellos.
Ellos. Ese grupo, sí, sí, un grupo de wa, con gente de twitter. Sonará raro, pero tiene su historia.
Su historia que empezó en otro grupo de wa: un grupo de tortugas, y una de mis tortugas me dijo: "Quiero hacer un grupo de lectores, ¿te apuntas?". Y en menos de dos días, siento como si los conociera desde siempre. A toda esa gente que poquito a poquito va entrando en el grupo, como con cuentagotas: primero uno, que al rato trae a un amigo y son dos, que conoce a otro de twitter y ya son tres más... Poco a poco esta familia va creciendo.
Y lees sus blogs, y te enamoras más aún de ellos. Y habláis de libros, y más aún. Y miras en twitter todo lo que tenéis en común. Y sientes que tienes un sitio.
Y pueden que sean de la otra punta del país, pero por un momento la distancia no existe. Solo son números. Porque aunque estemos separados físicamente. Estamos juntos, nuestros corazones están juntos. Y eso no nos lo quita nadie.
Gracias mis lectores compulsivos.