Así, y tras despedirse de los centauros, los chicos
y Breena siguieron su camino.
-¿Cuánto queda, Breena?-dijo Escorpio con una mezcla
de cansancio y ansias por llegar en su voz.
-Creo que esta noche llegaríamos a los pies de las
montañas, pero si debemos dar un rodeo para entrar por la entrada oculta, no sé
cuánto más tardaremos.
-Breena, hay algo aquí que me da un mal
presentimiento.
-Eso eso, el Nantan lleva razón, algo me da mal
rollo.
-Luego os explico, pequeños. Vamos allí, al río, deberíamos
reponer agua y evitar el calor.
Todos entendieron sin necesidad de más palabras, que
Breena prefería hablar donde nadie pudiera escucharles, y el rumor del río
ahogaría sus palabras.
-Está bien, disimulad, chicos, por si acaso:
sentaos, meteos en el agua, lo que queráis.-comenzó el hada- Así mejor. Hay
algo que os preocupa, porque os estáis acercando al foco del problema. Allí, en
algún lugar del valle, están aquellos que han robado vuestro Amuleto, y debéis
andaros con cuidado. No sé cuánto tiempo más podré acompañaros, mis pequeños
ciudadanos, pero si han podido bloquear a los centauros, a mí también podrán.
-No les dejaremos, Breena, no te van a hacer
nada.-casi gritó Escorpio.
-No me harán nada, tranquila. Pero no me dejarán
acompañaros, estoy segura. Llegado el momento, estaréis solos. Y siento que eso
sea así. Pero podéis con todo esto y con más, pequeños. Y Calawe y todo el
pueblo Odreucer, Bane, Magoth y todos los centauros y, cómo no, una servidora y
el reino de las hadas, estaremos de vuestra parte, protegiéndoos desde la
distancia. No lo olvidéis, ¿vale? Y ahora, fuera dramas, bañaos un rato y
sigamos.
Los chicos no estaban muy por la labor, pero el agua
reconfortaba, y descansar un poco antes de lo que iba a venir, no estaba nada
mal.
-¡Mirad allí! ¿Qué es eso?-preguntó Elanor, mientras
una sombra salía del bosque y se iba acercando al río. El ser tenía cuerpo
humano y piernas parecidas a las de una cabra; pequeños cuernecitos despuntaban
de su pelo oscuro y rizado como la maleza.
-Es un sátiro, guardián del bosque.-susurró el hada-
Buenos días, pequeño sátiro, sentimos molestar si este es tu territorio…
-Oh, no, perdonad, no era mi intención echaros de
aquí.-dijo la criatura irguiéndose sobre sus patas, llegando a ser un poco más
bajo que los otros.- Soy Giot, guardián del bosque de segunda orden y amante de
los años sabáticos de aventura. ¿Y vosotros, quiénes sois?
-¿Un sátiro de vacaciones? ¿Por qué será que no me
extraña?
-Bueno, digamos que a veces hay que descansar, y que
a todo buen sátiro le gusta una buena juerga…-contestó el sátiro sin
amilanarse, riendo- Pero aún no me habéis contestado.
-Yo soy Breena, del reino de las hadas, y ellos son
Escorpio, Elanor, Nantan y Hassio, vienen de... de lejos.
-¿De más allá del bosque?-exclamó el sátiro con los
ojos abiertos por la emoción.
-Ajá…
-Encantado, chicos, contadme ¿qué tal las fiestas
por allí fuera? Los mayores cuentan maravillas de cuando había relación con las
tierras de más allá, fiestas increíbles, misiones arriesgadas, chicas coquetas…
ya sabéis, juergas en toda regla.-comenzó a relatar hablando más para el mismo
que para los chicos.
-Bueno, lo normal, tampoco nada raro…-le respondió
Nantan sin dar detalles para no meter la pata.
-Ejem, chicos, deberíamos continuar.-dijo Breena
cortando la conversación- Sentimos tener que irnos, Giot, pero no tenemos
tiempo que perder.
-Uy, ¿tenéis una aventura entre manos? Porfa, porfa,
dejadme ir con vosotros. Conozco esa zona del bosque, y soy sigiloso como
nadie, y me encantan las aventuras, venga…porfa…
Breena se llevó a los chicos aparte para discutir el
tema.
-Si es cierto que conoce bien la zona, puede
ayudarnos mucho, y más si tu pronto tienes que irte…-comenzó a decir Nantan.
-Además, parece buena gente, es muy simpático.
-No tiene pinta de ser mal tío, como dice la señoritinga.
-¿Qué opinas, Elanor?
-¿Eh? Ah, pues… no sé la verdad. Pero supongo que
puede ser de ayuda, quizás conoce la entrada secreta al valle, ¿no?
-Entonces, como veáis, que nos acompañe.
-Puedes acompañarnos, Giot, pero tienes que
ayudarnos antes a una cosa.-dijo Breena de portavoz.
-¡Claro! En lo que sea.
-Tenemos que ir a ese valle de ahí, pero nos han
dicho que hay otra entrada, cerca de esa montaña gris… ¿conoces el camino?
-¿Habláis del desfiladero? Claro que lo conozco, es
un buen camino si te gustan las aventuras, aun que un poco peligroso. ¿Queréis
que os lleve allí?
-Nos harías un favor.
-Pues venga, sin más demora. Aun que bueno, esperad.
Debería ir a avisar de que me voy, por más que este de año sabático. Vuelvo en
30min, ¿me esperáis?
-Supongo que sí.-le contestó Breena mientras el
sátiro ya se alejaba de vuelta por donde había venido.
-Pues mientras esperamos, voy a mojarme un poquito
los pies y el pelo, que ya es horita.-dijo Escorpio volviendo a meterse en el
río. Los demás la siguieron.
-Elanor, ¿estás bien?-le preguntó Nantan.
La chica no se había movido del sitio, y llevaba
todo el día rara, taciturna.
-¿Jm? Ah, no te preocupes, estoy bien.
-A mí no me des largas, no cuela.-dijo el chico
sentándose a su lado.
-Solo estaba pensando. Soñando despierta, más bien.
No te preocupes, Nantan.-contestó ella sonriéndole. Pero él no se la tragó.
-Eres muy soñadora.
-Mi padre decía que demasiado.
-Cuéntame, ¿qué soñabas? ¿En qué pensabas?
-Nah, nada importante. “Persigue tus sueños.” Eso es
lo que siempre dice mi madre.
-Todos vemos como sueñas despierta, tanto sueños
preciosos como pesadillas, porque no me creo que hoy estés pensando en cosas
buenas, Elanor. Sueñas con las estrellas, pero también con la luna y el sol;
sueñas con volar pero también con nadar por las profundidades; sueñas con
salvar la Ciudad, pero también con no haber emprendido este viaje. Sueñas con
conocer el pasado pero no quieres conocer el presente, y menos aún el futuro. Y
no le cuentas a nadie tus sueños.
-Digamos que… que me da miedo, que no quiero que
vosotros también estéis mal por mi culpa.
-Solo te pido una cosa, Elanor: déjame soñar
contigo.
-No… no sabes lo que dices.
-Sí lo sé-le contestó él cogiéndola de la mano-
quiero ayudarte y hacerte feliz.
-¡Hey, vosotros!-les grito Hassio desde lejos.-¿Vais
a venir o nos vamos nosotros?
-Vamos, Nantan.-dijo Elanor sonriéndole y
levantándose- Luego hablamos, ¿vale? Tenemos el final de esta conversación
pendiente.
Pero durante todo el camino que hicieron guiados por
Giot, Elanor no le soltó la mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario