Espero que me perdonéis por esto y que os guste :)
Comentad si queréis o dadle me gusta abajo en la mini-encuesta.
Gracias por leer ^^
Amanecía el cuarto día que llevaban entre los odreucer, día
en el que ya tendrían que seguir con su misión, y sin embargo, los jóvenes de
la Ciudad apenas tenían información nueva sobre nada.
-No podemos quedarnos más aquí, chicos. Esto no son
vacaciones, tenemos una misión que cumplir.
-Llevas razón, Escorpio-comentó Nantan-. Al final no nos han
servido de nada dos días más aquí.
-Yo no estaría tan de acuerdo.-dijo Elanor- Estamos
preparados para enfrentarnos al bosque, o mejor preparados que cuando salimos.
Sabemos algunas de las criaturas que habitan en él y sabemos orientarnos por
las estrellas y por el propio bosque.
-Eso es cierto, chavales.-le dio la razón Hassio.- Pero ya
basta de vivi’ entre algodones.
-Hoy antes de la puesta de Sol deberíamos irnos, avanzar un
poco y acampar en el bosque.
-Jo, ¿no vale quedarse una noche más, Nantan?-el aludido negó
con la cabeza- Echaré de menos las camas blanditas…-suspiró Escorpio.
-Se van a ir pronto, lo
noto. Hay inquietud en sus corazones.
-Busca a Deimos, tiene
que hacerse esta noche.
-Sí, mi señor.
-Me da la impresión de que pensáis despedirse ya de
nosotros.-comentó Cehba como si tal cosa, entrando en el cuarto donde estaban
los chicos.
-O nos anda espiando, o esta tipa es adivina.
-Ni lo uno ni lo otro, Hassio.-contestó la mujer sonriendo-
Solo observo y veo que ya lleváis aquí más de lo que queríais.
-Lees en nosotros como en libros abiertos, Cehba.-dijo
Escorpio con admiración.
-Es fácil leer en los ojos de inocentes. Calawe quiere que comáis
hoy con ella, con nosotros más bien. Os espera en sus aposentos cuando os entre
el hambre.
-Estaremos allí sin falta.-agradeció Nantan.
-‘Enga, no me perdía un banquete por na’ del mundo. Me voy a
ver a Tacabo, ¿va?-dijo saliendo ya por la puerta Hassio.
-Nunca aprenderá, si me perdonáis señoritas. -Nantan guiñó un
ojo y salió tras su amigo.
-¿Queréis aprovechar el tiempo que os queda aquí? No todo es
sabiduría, también hay belleza y diversión entre nuestro pueblo, seguidme
chicas.
Cehba las llevó a una sala subterránea que era dominio
femenino, sin duda alguna.
Chicas y mujeres de todas las edades estaban allí,
peinándose, dándose baños con toda clase de sustancias, hablando, riendo,
jugando, cotilleando.
-Esto es a lo que las pequeñas llaman “la sala rosa”.
-¡Sí! Escuche a Soiku nombrarla una vez.-exclamó Escorpio.
-A la hora del ocaso y del amanecer, el agua que se filtra
del lago hasta aquí se tiñe de rosa
-¿Y el resto de bañeras?
-De sabia, de barro, agua perfumada… Todo con beneficios para
la piel.
-¡Por el Amuleto! ¡Vamos Elanor, quiero probarlas
todas!-gritó Escorpio mientras corría hacia la primera bañera que vio.
-Ven conmigo Elanor, encontraremos algo que te guste tanto
como a Escorpio los baños. ¡Niera! ¿Os quedan flores?
-Por supuesto Cehba.-contestó desde el otro extremo de la
sala una chiquilla de unos 15 años, aun que a saber cuál sería su verdadera
edad.- Pero como no os deis prisa las pequeñajas os dejarán sin ellas.
-¿Flores? ¿Para qué?
-Acompáñame y lo veras, pequeña Elanor.
Cada uno de los habitantes de la Ciudad pasó aquella última
mañana descansando y entreteniéndose cada uno en sus cosas, al igual que todos
los habitantes de aquel fascinante lago. Ninguno era consciente de lo que se
estaba planeando al otro lado de las aguas, al resguardo del bosque.
-Escorpio, ¿qué hora es?
-No lo sé, el tiempo aquí vuela.
-Más o menos es la hora de comer.-dijo una de las pequeñas
que merodeaban por allí.
-Oh, no. Hay que darse prisa, Escorpio, Calawe nos espera.
-¡Verdad! Vamos, que tenemos mucho que subir.
-Mira a esas dos chavalas, Nantan-susurró Hassio mientras
subían las escaleras de camino a la cima del árbol.- No están na’ mal, ¿eh?
-Pues la verdad es que no.-le contestó Nantan en el mismo
tono- Espera… ¿No son Escorpio y Elanor?
-Imposible.
-¡Escorpio! ¡Elanor!
Las dos chicas se giraron a la vez. Estaba claro que todo lo
de la sala rosa funcionaba, los chicos no podían dejar de mirarlas.
Escorpio, ya con las mechas de colores quitadas del todo
después de tanto tiempo en el bosque, tenía el pelo blanco brillando como si
fueran perlas, y las pecas, más marcadas, la hacían más guapa que nuca.
Elanor por su parte, llevaba el pelo suelto por una vez, sin
trencitas ni coletas ni nada del estilo, y una preciosa corona de flores
blancas que resaltaban en su morena piel.
-Hola chicos.-dijo Elanor sonriendo.
-¿Os dais prisa y nos acompañáis, o pensáis quedaros ahí
quietos para siempre?-les recriminó Escorpio.
-Vamos, tío.-dijo Nantan dándole un puñetazo a Hassio.
-No sabía que estuvieran tan bien…
-Anda vamos, no me digas que te has enamorado.
-¿Qué dices loco?-Hassio subió las escaleras hasta
encontrarse con las chicas y dio final a la conversación- Bueno
preciosidades,-dijo cogiendo a las dos chicas por la cintura con una sonrisa
traviesa- ¿qué habéis hecho con nuestras amigas?
-Déjate de tonterías, estúpido.-rió Escorpio.
-¿Las dos para ti? No seas egoísta, tío.
-Anda Elanor, tira con el que se encela.-dijo guiñando un ojo
el muluk.
Y así entre risas y un poquito de amor escondido, subieron
las escaleras hasta llegar a la cima del árbol.
La comida, como adivinó Hassio, fue un completo banquete.
Todos los odreucer con los que habían tratado estaban allí: Calawe, Cehba,
Tacabo, la pequeña Soiku y algunas de sus amigas, Miradne la bibliotecaria que
les había enseñado todo de los seres del bosque…
El tiempo pasó más deprisa de lo que ninguno hubiera querido,
y cuando terminaron el postre se dieron cuenta de que casi habían consumido
media tarde y tendrían que irse pronto.
-¿Os importaría retiraros? Debo hablar con nuestros invitados
a solas, más o menos.-dijo Calawe, y aun sin amenaza ni obligación en su voz,
todos se fueron
-Quería daros un presente, como forma de despedida y de
gratitud, y un consejo a cada uno.
-No deberíais haberos molestado…-comenzó Elanor, pero la
odreucer la interrumpió.
-Sí debería y por favor no me hables de “usted”, me hace
sentirme demasiado vieja. Mis queridos niños, no os voy a mentir diciendo que a
partir de ahora el viaje será fácil, porque no lo será. No puedo hacer mucho
para ayudaros, así que dejadme daros esto.
>¿Hassio, puedes venir? Esto es para ti, cuándo os veáis
en problemas, enseña este medallón y todos sabrán que habéis estado aquí y que
no sois una amenaza. Y recuerda-añadió bajando la voz para que solo el chico la
escuchara-: confía en tus compañeros, Hassio, porque no llegareis al final de
esta aventura sin confianza.
>Escorpio, mi querida niña de ojos iluminados, esta piedra
dará luz cuando tú la quieras, para guiaros en la oscuridad y hazme un
favor,-añadió susurrando- eres capaz de ver la luz hasta en la más profunda
oscuridad, ayuda a los demás a verla también.
>Nantan, quiero darte
esto, porque sé que solo lo usarás en los casos más extremos: cuando ni
las palabras puedan sacaros del apuro, saca esta ramita de cristal, os ayudará,
pero no abuses o se volverá contra ti. Acércate más, los sentimientos no son
malos, con lo que tu amas las palabras, úsalas y habla de ellos. Ábrete a los
demás.
>Y ahora la dulce Elanor, esto es para ti. Cuando veas a
tu padre, enséñaselo.-dijo entregándole una hoja tallada en aquel cristal tan
duro que construía todo en aquel lago.- Le ayudará a seguir adelante, por si ha
perdido la esperanza. Y, mi querida niña, ten en cuenta una cosa: la valentía y
el mando, a veces, son forzados a existir, pero no por eso hay que renunciar a
ellos.
-Gracias, Calawe.
-Oh, pequeños, dejadse de gracias y preparad las cosas. No
deberíais quedaros aquí mucho más, pronto anochecerá.
Los cuatro chicos bajaron a sus habitaciones y prepararon las
cosas. Pero justo cuando tenían todo guardado en sus mochilas y se dirigían a
las raíces de aquel árbol para irse, resonó una extraña risa en todo el lago.
-De aquí no escapareis,
pequeños engendros de la Ciudad. Entregaros, o los Odreucer y vosotros sufriréis
las consecuencias.
-¿Qué ha sido eso?
-¿Quién ha dicho eso?
Pero no hubo respuestas, tan solo un golpe que hizo temblar
todo el árbol.
-¿Qué esta pasando aquí?-de fuera solo llegaba el sonido de
gritos y carreras.
-¡Chicos!¡Menos mal que estáis bien!¡Seguidme, os sacaremos
de aquí!-gritó Tacabo bajando las escaleras y conduciéndoles a las salas de
abajo.
Mientras corrían, notaron otros temblores y más gritos.
-¡Tacabo, ¿Qué es esto?!-gritó Nantan corriendo tras él.
Tacabo no contesto, hasta llegar a una pequeña abertura a la
altura de la sala rosa, que daba a una pequeña y camuflada habitación.
-A ver chicos, no sabemos quienes, pero algunas criaturas del
bosque nos estánatacando, de eso no hay duda. Tenéis que salir por este túnel,
es dejara al otro lado de la cascada y de las montañas de las minas de cristal.
-¿Y vosotros qué?-preguntó Elanor asustada.
-¡No vamos a dejaros aquí en peligro!
-A nosotros no nos harán nada: esta árbol es sagrado y
nosotros, como sus moradores, también. No pueden hacernos daño, y en el caso de
que nos lo hicieran… toda criatura sabe lo que le pasaría.-con esas palabras, a
los chicos les recorrió un escalofrío.- Idse, rápido, nos veremos a la vuelta
de vuestro viaje, ¿vale? Mucha suerte.
Todos asintieron y se metieron por el túnel que señalaba
Tacabo.
No estaban seguros de la verdad sobre lo que les había
contado el odreucer, pero no les quedaba otra opción.
Tenían que seguir con su misión, aun conscientes por primera
vez de los peligros que esto entrañaba.
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