Mientras
avanzaban por el túnel dejaron de oír los ruidos del exterior. O todo había
acabado, o los ruidos no llegaban ahí abajo.
-¿Creéis que
habrá parado todo allí arriba?-preguntó Escorpio aun con el miedo en la voz.
-No lo sé,
rubita, pero aquí no nos pueden hacer na’, espero.
-¿Qué pensáis
que habrá pasado? ¿De quién sería esa voz?
-Más bien de
“qué”, Nantan. Calawe dijo que a mi padre lo perseguía un ser del bosque, no un
humano. Deberíamos tener cuidado, no sabemos si nos enfrentamos a algo racional
o no.
-Y ahora vamos
solos al bosque cuando hay algo buscándonos…
-Es nuestra
misión, Escorpio. Y estamos preparados, tenemos que seguir adelante, por la
Ciudad.-dijo Nantan.
-Por la
Ciudad.-dijeron los otros tres, intentando darse ánimos.
Apenas
hablaron el resto del camino, seguían el túnel que por suerte no se bifurcaba.
Sin ellos saberlo, atravesaron todo el lago y comenzaban a llegar a las
montañas tras las cascada. El túnel comenzó a inclinarse y a dar vueltas mientras
subían a las minas de cristal. Entonces subieron a la superficie y se
encontraron encima de aquellas enormes formaciones de roca, más grandes que el
gigantesco árbol del lago, que veían perfectamente desde allí.
-¿Veis algo
raro? ¿Fuego? ¿Algo?
-Parece que no
ha pasao’ nada raro…
-¡Mirad ahí!
¡Los cristales del lago!-gritó Elanor.
-¡Están
rajados! Como si hubieran querido que nadie escapara… Eso eran los golpes y
temblores…
-¿Y ahora como
saldrán del árbol los odreucer? ¡Les han encerrado por culpa nuestra!-gritó
Escorpio al borde de las lágrimas.
-Chicos, ¿dónde estáis? ¿Estáis bien? ¿Conseguisteis
escapar?-resonó una voz en sus oídos.
-¿Calawe?-preguntó
Elanor extrañada.
-No os asustéis, soy yo chicos. No podré
hablar mucho rato, esto consume demasiada energía.
-Estamos bien.
Estamos a salvo.
-Todo lo a
salvo que podemos estar aquí.-dijo Hassio.
-Me alegro de eso. No pudimos ver quiénes
fueron los atacantes, pero sí un nombre: Leneo.
-Estaremos
pendiente a ese nombre.-dijo Elanor- ¿Y vosotros, estáis bien? Hemos visto los
cristales rotos.
-Todos estamos bien, no os preocupéis. Pueden
sostenernos si vamos con cuidado, y tenemos más vías de llegar hasta las minas.
Nos las apañaremos. Tengo que dejar ya de comunicarme así, pero antes, acabo de
recordar una cosa que me contó Olmo Lórien: la luna llena sale del noroeste,
por allí tiene que estar el santuario
que buscáis. Mucha suerte en vuestra misión. El pueblo Odreucer está con
vosotros.-los chicos notaron como la voz se desvanecía y supieron que era
inútil contestar, Calawe no les podría escuchar.
-Muy bien,
tenemos que seguir y estar más atentos que nunca.-dijo Nantan.
-Andaremos un
poco más hacia el noroeste, como dijo Calawe, y acamparemos. Ahora más que
nunca, no es seguro continuar el camino de noche.-declaró Elanor con firmeza.
Y así, dejaron
atrás el magnífico lago de los Odreucer, teñido ahora de naranja por el
atardecer.
Apenas
pudieron avanzar, pues cuando se dieron cuenta ya era noche cerrada, así que
tras una escasa media hora andando, bastante deprisa para alejarse del peligro,
decidieron acampar entre los árboles.
-Yo hago la
primera guardia, ¿os importa? No creo que pueda dormir.-dijo Escorpio mientras
cenaban. Por suerte tenían bastante comida que los Odreucer les habían dado.
-Si quieres,
aun que dudo que durmamos hoy pronto.
-Pues yo sí,
yo estoy to’ muerto de sueño.-comentó Hassio entre bostezos.
-Entonces te
despertaré para la segunda guardia, rubito.-le contestó Escorpio con una
sonrisa irónica.
Sin embargo,
cuando los otros estaban ya dormidos, Hassio seguía despierto.
-Pa’ estar ahí
despierto-dijo levantándose y yendo hacia Escorpio- mejor me que’o aquí pa’ que
no tengas miedo.
-No hace falta
que me protejas, no soy una damisela en apuros, ¿recuerdas? Creo que lo he
demostrado ya.-le contestó Escorpio de mala manera. El chico siempre conseguía
ponerla de los nervios.
-Eso depende,
¿cómo piensas protegerte si no tienes ni un musculo, eh?
-La
inteligencia vale más que la fuerza, bruto.
-Joe, ya
empiezas a discutir otra vez. Y eso que yo venía de buenas. Eas, po’ ya me voy.
-No, hombre,
no te lo tomes así… Lo siento, ¿vale?
-¿La
princesita se ha disculpao’? Que coraje que no haya testigos.
-¿Dejarás
algún día de hacerme rabiar?-preguntó Escorpio intuyendo un “no” por respuesta.
-Puede… ¿dejarás
algún día de poner esa carita de niña enfadá’?
-Y ahí va otro
insulto.
-Más bien era
un cumplido. Estás mu’ linda con la carita de enfadá’.
-¿Qué quieres
decir con eso?-le preguntó Escorpio, con las mejillas rojas.
-Que me gustas
cuando te enfadas.-contestó Hassio titubeando.
-¿Solo cuando
me enfado…?-tanteó Escorpio.
-Puede que…
que me gustes siempre.-murmuró Hassio mirando al suelo.- Vale sí, me gustas. ¿Eso
querías escuchar? Po’ ya lo sabes. Me voy a dormir.
-No puedes, es
tu turno de guardia.-le contestó Escorpio con una sonrisa.- La que me voy a
dormir soy yo. Y por cierto-dijo poniéndose de puntillas para llegar a su oído-
tú también me gustas.
Escorpio se
alejó un poco y se metió en su saco de dormir, dándole la espalda a Hassio.
-Condenada
princesita…-fue lo último que Escorpio escuchó antes de dormir.
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