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viernes, 5 de septiembre de 2014

Capítulo 9

¡Holaa! Aquí os dejo el siguiente capítulo, con un poco de retraso, pero creo que eso (por desgracia) ya es normal en mí. Así que espero que disfrutéis y espero subir pronto el próximo capítulo. ^^



Mientras avanzaban por el túnel dejaron de oír los ruidos del exterior. O todo había acabado, o los ruidos no llegaban ahí abajo.
-¿Creéis que habrá parado todo allí arriba?-preguntó Escorpio aun con el miedo en la voz.
-No lo sé, rubita, pero aquí no nos pueden hacer na’, espero.
-¿Qué pensáis que habrá pasado? ¿De quién sería esa voz?
-Más bien de “qué”, Nantan. Calawe dijo que a mi padre lo perseguía un ser del bosque, no un humano. Deberíamos tener cuidado, no sabemos si nos enfrentamos a algo racional o no.
-Y ahora vamos solos al bosque cuando hay algo buscándonos…
-Es nuestra misión, Escorpio. Y estamos preparados, tenemos que seguir adelante, por la Ciudad.-dijo Nantan.
-Por la Ciudad.-dijeron los otros tres, intentando darse ánimos.
Apenas hablaron el resto del camino, seguían el túnel que por suerte no se bifurcaba. Sin ellos saberlo, atravesaron todo el lago y comenzaban a llegar a las montañas tras las cascada. El túnel comenzó a inclinarse y a dar vueltas mientras subían a las minas de cristal. Entonces subieron a la superficie y se encontraron encima de aquellas enormes formaciones de roca, más grandes que el gigantesco árbol del lago, que veían perfectamente desde allí.
-¿Veis algo raro? ¿Fuego? ¿Algo?
-Parece que no ha pasao’ nada raro…
-¡Mirad ahí! ¡Los cristales del lago!-gritó Elanor.
-¡Están rajados! Como si hubieran querido que nadie escapara… Eso eran los golpes y temblores…
-¿Y ahora como saldrán del árbol los odreucer? ¡Les han encerrado por culpa nuestra!-gritó Escorpio al borde de las lágrimas.
-Chicos, ¿dónde estáis? ¿Estáis bien? ¿Conseguisteis escapar?-resonó una voz en sus oídos.
-¿Calawe?-preguntó Elanor extrañada.
-No os asustéis, soy yo chicos. No podré hablar mucho rato, esto consume demasiada energía.
-Estamos bien. Estamos a salvo.
-Todo lo a salvo que podemos estar aquí.-dijo Hassio.
-Me alegro de eso. No pudimos ver quiénes fueron los atacantes, pero sí un nombre: Leneo.
-Estaremos pendiente a ese nombre.-dijo Elanor- ¿Y vosotros, estáis bien? Hemos visto los cristales rotos.
-Todos estamos bien, no os preocupéis. Pueden sostenernos si vamos con cuidado, y tenemos más vías de llegar hasta las minas. Nos las apañaremos. Tengo que dejar ya de comunicarme así, pero antes, acabo de recordar una cosa que me contó Olmo Lórien: la luna llena sale del noroeste, por allí tiene que estar el  santuario que buscáis. Mucha suerte en vuestra misión. El pueblo Odreucer está con vosotros.-los chicos notaron como la voz se desvanecía y supieron que era inútil contestar, Calawe no les podría escuchar.
-Muy bien, tenemos que seguir y estar más atentos que nunca.-dijo Nantan.
-Andaremos un poco más hacia el noroeste, como dijo Calawe, y acamparemos. Ahora más que nunca, no es seguro continuar el camino de noche.-declaró Elanor con firmeza.
Y así, dejaron atrás el magnífico lago de los Odreucer, teñido ahora de naranja por el atardecer.

Apenas pudieron avanzar, pues cuando se dieron cuenta ya era noche cerrada, así que tras una escasa media hora andando, bastante deprisa para alejarse del peligro, decidieron acampar entre los árboles.
-Yo hago la primera guardia, ¿os importa? No creo que pueda dormir.-dijo Escorpio mientras cenaban. Por suerte tenían bastante comida que los Odreucer les habían dado.
-Si quieres, aun que dudo que durmamos hoy pronto.
-Pues yo sí, yo estoy to’ muerto de sueño.-comentó Hassio entre bostezos.
-Entonces te despertaré para la segunda guardia, rubito.-le contestó Escorpio con una sonrisa irónica.
Sin embargo, cuando los otros estaban ya dormidos, Hassio seguía despierto.
-Pa’ estar ahí despierto-dijo levantándose y yendo hacia Escorpio- mejor me que’o aquí pa’ que no tengas miedo.
-No hace falta que me protejas, no soy una damisela en apuros, ¿recuerdas? Creo que lo he demostrado ya.-le contestó Escorpio de mala manera. El chico siempre conseguía ponerla de los nervios.
-Eso depende, ¿cómo piensas protegerte si no tienes ni un musculo, eh?
-La inteligencia vale más que la fuerza, bruto.
-Joe, ya empiezas a discutir otra vez. Y eso que yo venía de buenas. Eas, po’ ya me voy.
-No, hombre, no te lo tomes así… Lo siento, ¿vale?
-¿La princesita se ha disculpao’? Que coraje que no haya testigos.
-¿Dejarás algún día de hacerme rabiar?-preguntó Escorpio intuyendo un “no” por respuesta.
-Puede… ¿dejarás algún día de poner esa carita de niña enfadá’?
-Y ahí va otro insulto.
-Más bien era un cumplido. Estás mu’ linda con la carita de enfadá’.
-¿Qué quieres decir con eso?-le preguntó Escorpio, con las mejillas rojas.
-Que me gustas cuando te enfadas.-contestó Hassio titubeando.
-¿Solo cuando me enfado…?-tanteó Escorpio.
-Puede que… que me gustes siempre.-murmuró Hassio mirando al suelo.- Vale sí, me gustas. ¿Eso querías escuchar? Po’ ya lo sabes. Me voy a dormir.
-No puedes, es tu turno de guardia.-le contestó Escorpio con una sonrisa.- La que me voy a dormir soy yo. Y por cierto-dijo poniéndose de puntillas para llegar a su oído- tú también me gustas.
Escorpio se alejó un poco y se metió en su saco de dormir, dándole la espalda a Hassio.

-Condenada princesita…-fue lo último que Escorpio escuchó antes de dormir.

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