Entre las
voces de los cuatro jóvenes discutiendo sobre qué preguntar y por qué debía ser
Hassio el que eligiera, se alzó la voz de Breena pidiendo calma. La primera vez
no la escucharon, pero cuando el hada pareció crecer allí mismo como un globo y
les dijo en voz atronadora, comparada con su vocecilla, que mantuvieran el
silencio, de tal susto que les dio, no hizo falta que lo volviera a pedir.
-Menudo
espectáculo que estáis dando.-continuó Breena.- Debería daros vergüenza, estáis
asustando a Firenze.
-Llevas razón,
lo sentimos Breena-admitió Elanor-, y os pedimos también perdón a vosotros-refiriéndose
esta vez a los centauros.
-No sois los
seres más escandalosos que han pasado por aquí a preguntar.-contestó Bane con
su grave voz.
-Pero jamás he
contestado a nadie que alzara la voz, y menos delante de mi hijo.-les dijo
Magoth con una sombra de amenaza en sus ojos.
-Permitidnos
retirarnos un segundo a deliberar.-pidió Nantan amablemente, mirando por
primera vez a Magoth a los ojos. Esta, con un gesto de cabeza, les dio permiso.
Se apartaron
un poco del centro del claro, donde Magoth, Bane y el pequeño Firenze hablaban,
sin quitarles ojo de encima.
-¿Por qué
tiene que ser Hassio quién pregunte?
-¿Qué pasa, te
duele que te quite el protagonismo, condenada princesita?
-A ver, calma
los dos.-cortó Elanor la discusión, llevándose dos miradas de odio a la vez-
Ahora mismo eso es lo de menos. Tenemos que decidir bien cuáles serán las dos
preguntas que haremos. Tenemos que aprovechar la oportunidad.
-Creo que lo
primero que deberíamos tratar de averiguar es quién o qué exactamente ha
montado todo esto, quién quiere destruir la Ciudad.
-Estoy
contigo, Nantan, aunque no sé si Magoth tendrá esa información.
-Si os soy
sincera, es probable que la tenga, pero no que pueda decíroslo.-intervino
Breena- Las leyes de los centauros en esos aspectos son muy exactas, quizás no
tiene la autoridad suficiente, aun siendo Magoth.
-Bueno, no
perdemos na’ por probar. ¿Más preguntas?
-Debemos saber
dónde está exactamente el Valle de los Cuatro Ríos, si no jamás lo
encontraremos.-dijo Elanor con la mirada algo perdida.
-Pues ya está,
no dudemos más tiempo, vayamos s preguntarle a Magoth.-exclamó Escorpio
mientras se acercaba de nuevo a los centauros.
-Si ya habéis
decidido, habla, chico rubio.-comentó Magoth mientras se sentaba en el prado.-
Sentaos.
-Nos gustaría
saber qué es lo que quiere destruir la Ciudad y dónde está el Valle de los
Cuatro Ríos.-le dijo Hassio con toda la corrección que fue capaz, lo que
produjo una risilla en Escorpio.
-Me temo que
las estrellas no nos han querido revelar eso. Y aunque tuviera la información,
ni yo ni ningún centauro tenemos autorización para dárosla. Pero sí os diré una
cosa al respecto: no es tan importante el quién como el qué quieren.
-¿Y cómo
sabremos qué quieren si no sabemos quiénes son?
-Eso, chico
rubio, en el fondo, lo sabéis. Respecto a la otra pregunta, sí puedo daros una
respuesta concreta. Seguro que conocéis la imagen de vuestro Amuleto-siguió
Magoth mientras la dibujaba en el suelo con la punta de una flecha-, la imagen
representa la vista desde arriba del Valle. “Donde cuatro altas cumbres dejan
paso al gran valle que las une, allí se formó la alianza.” Así nos contaron las
estrellas la unión de los Clanes. Son ríos dobles: nacen a ambos lados de la
montaña, y forman un pequeño lago en el Valle, ya que los ríos interiores son
mucho menos caudalosos que los exteriores.
-Aun no nos
has dao’ la información concreta.
-Seguid al
noroeste. Veréis las Corona de las Cuatro Montañas mañana, si atajáis por
nuestra tierra, cosa que debemos permitir esta vez. Si vais rectos encontrareis
la entrada principal al Valle. Pero tened cuidado, quizás no podáis entrar por
ahí.
-¿Entonces, qué
podemos hacer?-preguntó Escorpio, incapaz de estar callada más tiempo.
-Hay otra entrada.-le
respondió Bane, sentándose también- Cuando veáis las Cuatro Montañas de frente,
a la derecha quedará una montaña gris, más gris de lo que hayáis visto jamás.
Si vais hacia allí, encontraréis el camino oculto hacia el Valle.
-Siento no
poder daros más información, ciudadanos, pero debéis partir.-les dijo Magoth,
levantándose para dar las respuestas por concluidas.- Bane os acompañará para
que ningún centauro ose deciros algo.
-Mamá, ¿puedo
acompañarles?-preguntó el joven potrillo. Magoth pareció estar a punto de decir
que no, pero en el último segundo, asintió.
-Magoth, ¿podría
preguntaros algo, a solas?-se atrevió a preguntar Elanor, con voz temblorosa.
Así, mientras
todos se levantaban y Bane mandaba a Firenze a por un par de cosas para el
pequeño viaje, Magoth y Elanor hablaban algo apartadas.
-Quizás no
podéis o queréis decírmelo, pero tengo que preguntarlo. Los centauros sabéis
todo lo que pasa en el bosque, ¿sabéis dónde exactamente está mi padre? ¿O qué
le pasó?
-Pequeña
ciudadana, no estoy autorizada a decirte eso. Pero veo en tus ojos el dolor de
la pérdida, y por esta vez, haré una excepción. Me juego mucho contándotelo,
quiero que lo tengas en cuenta. Tu padre no os abandonó, llevaba el Amuleto a
vuestro Valle, y tenía el presentimiento de que algo malo pasaría,
presentimiento que fue cierto. ¿Qué le pasó? Hay alguien que nos bloquea las
señales del mundo y cada vez que nos acercamos a quién está originando esto,
nos deja sin respuesta, por lo que no lo sabemos. ¿Dónde está? Tengo el
presentimiento de que consiguió llegar al Valle de los Cuatro Ríos, y de que no
ha ido demasiado lejos de allí, y normalmente, los presentimientos son señales
de la Madre Naturaleza, jovencita. Veo en tus ojos como este viaje te hace
crecer aunque apenas tienes la edad de un potrillo. Siento no poder hacerte más
ligera esa carga que llevas.
-Gracias por
contarme todo esto, Magoth. Es muy importante para mí…
-Adelante, tus
compañeros te esperan, potrilla.
Y con estas
palabras, Magoth se despidió de ella. Se encaminó hacia Bane y Firenze, les
dijo algo a cada uno y se internó en la espesura.
-Muy
bien,-dijo Bane cuando Elanor volvió al grupo- no tenemos tiempo que perder. Os
acompañaremos hasta mañana, como mucho, hasta el final del territorio centauro.
Démonos prisa.
-Mi señor, no podemos interferir en territorio
centauro, identificarán nuestra señal y eliminarán el bloqueo, ¡lo sabrán todo!
-No podemos permitirnos eso, Leneo. Debemos esperar.
No podemos atacarles así.
-Ambos lleváis razón… Pero quizás haya otra manera…
Fryn, haz buscar a Giot. Necesitamos un infiltrado.
-Sí, mi señor. A Giot le gustará su nuevo papel,
estoy seguro.
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