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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Capítulo 4

¡Sí, sigo vivaa! No os preocupéis, no me han raptado los aliens. Siento mucho haber tardado tanto en escribir este capítulo, pero he estado muy liada, y aunque aún lo estoy, he sacado tiempo para escribir. Espero que os guste. Comentad que os parece porfa :3 Que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte~

Caí de la cama y me desperté al instante. Parece que dormida también doy vueltas, como mi vida ahora mismo. Me visto con lo primero que veo, una camiseta naranja y unas mallas negras. Me dirijo al vagón-comedor para desayunar. Allí están ya todos, Tiberius, Nooria y Alsan.

-Buenos días dormilona- dice Alsan.
-Buenos días. ¿Es muy tarde?-digo mientras me siento en la mesa y busco algo para comer.

Hay una variedad de platos increíbles, tortitas, huevos, cereales, tostadas con una crema marrón encima...

-No es tan tarde.-dice Nooria.
-Llegaremos al Capitolio en una hora.-comenta Tiberius.- Allí conoceréis a vuestros estilistas, ¡¡esta noche tenéis que estar fantásticos para el desfile de carros!!

Me atraganto con una tortita. Es verdad, en la tele dijeron que después de la cosecha se presentaría a los tributos (¿debería empezar a decir 'se nos presentaría'?) a todo el Capitolio en una especie de carrera de carros, como la de los romanos. Qué cosa más extravagante.

-Bueno, hasta que lleguemos al Capitolio, tenéis tiempo para hacer lo que queráis.-Dice Nooria.

Cuando termino de desayunar, me voy a mi habitación. Decido darme una ducha, anoche estaba tan cansada... Cuando descubro como hacer que la ducha esa tan rara haga lo que yo quiero y me ducho, casi ha pasado una hora. Eso significa... que estamos llegando al Capitolio. Me visto de nuevo, y me recojo el pelo en dos coletas bajas. Voy al vagón principal, allí están Nooria y Alsan, hablando entretenidos.

-Hola, estamos llegando, ¿no?- intento sonar lo más positiva que puedo.
-Sí, asómate a la ventana, quizás ya veas el Capitolio.-comenta Nooria.

Voy hacia la ventana y quedo asombrada. Si eso es solo una ciudad, mi casa es del tamaño de una hormiga. ¡Es gigantesco!

-¡Mira esto, Alsan!-digo, por más que los odie, no puedo resistir la tentación.

Entramos en la ciudad, calles enormes, llenas de luces, edificios tan altos que parecen no tener fin, carteles de anuncios por todas partes... La ciudad más colorida del mundo, estoy segura. Pero sus habitantes lo son aún más. Parecen animarse cuando nos ven, sonríen, nos señalan, incluso alguno nos saluda, pero, sobre todo, hablan entre ellos. ¡Ya están aquí los tributos! Parecen decir sus rostros, puede que sea así. Parecen incluso... felices. ¿Saben que 23 de nosotros moriremos solo para entretenerles? Si lo saben, parece que no les importa. Entonces caigo en la cuenta, estas son las únicas personas de Panem que no han sufrido la guerra, puede que ni siquiera sepan el concepto de 'hambre'. Sin embargo, desean vernos a nosotros, los que hemos sufrido 'Los Días Oscuros', en esos Juegos del Hambre.

Me giro para apartar mi vista de ellos y me encuentro con la cara de Alsan. Está serio, pero, al darse cuenta de que lo miro, sonríe. Se acerca más a mí y me susurra al oído:
-¿Esperas  caérles bien con esas coletitas? Ya lo veo, Ariadna, la dulce chica del Distrito 5.-me dice.
Ese tono que ha usado, como si fuera su hermana pequeña, Me recuerda tanto a Shail que no puedo reprimir contestarle.
-¿Y tú esperas caérles bien con esa actitud? Si esperas eso, deberías ser más amable.- le saco la lengua.
Los dos nos reímos, en esto, que el tren se para.

-Vamos, vamos, nos están esperando.-aparece Tiberius medio corriendo- Os llevaré donde vuestros estilistas.

Los del Capitolio han tenido trabajo estos tres meses. Han construido edificios nuevos, por lo que cuenta Tiberius. Un centro de entrenamiento, dónde viviremos antes de los Juegos, la 'arena', como ellos llaman al lugar donde vamos a... ¿sería apropiado decir 'jugar'? Va, da igual.
Tiberius pulsa un ascensor, parece que estábamos en la zona más baja del centro de entrenamiento. No veo bien que número pulsa, pero llegamos a una gran sala, con muchas puertas.

-Esto es el centro de preparación.-comenta Tiberius, nos conduce a unas puertas, me deja a mí en una y a Alsan en otra.

Entro a una sala pequeña, con una especie de camilla y muchas cremas y botes en estanterías. Me siento en la camilla. Al poco, entran tres personas: una chica, con el pelo rosa clarito y muy lacio, y unas flores dibujadas en las mejillas. Me recuerda a los dibujos que nos enseñaban en el colegio... dibujos mangas, creo recordar. Los otros dos son hombres, uno, con el pelo castaño, de punta y la piel de un tono raro, parece brillar con la luz; el otro tenía la cabeza afeitada y la piel celeste.

-Hola, supongo que eres Ariadna,-dice la chica, con un acento del Capitolio muy marcado- yo soy -Rose, este es Darius,- señala al hombre de la piel brillante- y este Abraham -señala al otro, el de la piel azul-. Somos tu equipo de preparación.

Los tres sonríen, las sonrisas parecen sinceras, pero también macarras. ¿Qué me querrán hacer? Tiberius dijo algo de “ponernos guapos para esta noche”. No sé si quiero ser “guapa” desde el punto de vista de alguien del Capitolio.

Francamente, me da miedo lo que me puedan hacer.

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