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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Capítulo 1

Aquí os dejo el primer capítulo :) Espero que os guste. Siento haber tardado tanto en subirlo, el próximo lo subiré antes. Como siempre os digo, comentad, y si os gusta la historia o tenéis alguna sugerencia decidmelo, que siempre viene bien :3





-Elanor, despierta mi pajarillo. La Sabia quiere verte. Dice que vayas a encontrarte con ella en una hora.-dijo la voz de Aptenia Lórien a través de la puerta.
-Ya voy, mamá.-contestó Elanor con voz adormilada.
Normalmente, tardaría bastante en levantarse y vestirse, pero cuando asimiló lo que le ha dicho su madre, Elanor se levantó de pronto.
¿Para que me llamará la Sabia?”-se preguntó Elanor mientras se ponía los vaqueros largos y la chaqueta. Hacía tiempo que quedó atrás la temporada de nieves, pero en la Ciudad sigue haciendo frío, y Elanor es muy friolera. Se recoge todas las pequeñas trenzas en las que lleva el pelo en una coleta. Y tras mirarse en el espejo abre la puerta de su habitación con un giro de muñeca.

-Buenos días Elanor.-la saludó su madre cuando entró en la cocina- Tienes el desayuno en la encimera.
-Buenos días mamá.-le contestó ella mientras se dirigía hacia su tazón de cereales.- ¿Tienes idea de por qué me ha llamado la Sabia?
-No sé, pero tendrá alguna razón. Aún es pronto pero deberías ir temprano, por si acaso.
-Eso haré, termino de desayunar y me voy.

-Venga, date prisa, que al final se te echa el tiempo encima.-le regañó su madre mientras pasa corriendo a su lado.
-No te preocupes que llego bien.-dijo Elanor mientras se paraba frente a la percha, se quitaba la coleta y se poní un gorro.
Elanor salió de su casa, pero en vez de dirigirse hacia la casa de la Sabia Zaisere, cruzó la ciudad hacia el bosque.
Aún tengo tiempo”-se dijo para sí misma- “Y necesito verle, puedo entretenerme un momento”-y comienzó a correr.
Cuando llegó al linde del bosque, lo vió, agazapado tras un árbol, escondiéndose de los que pasan por allí, aunque nunca pasa nadie.
-Hey, Cornamenta, ven precioso.-le llama Elanor con una sonrisa en su moreno rostro.
El pequeño cervatillo se acercó a ella corriendo. Tenía el color de la canela y unas manchas vainilla en la espalda.
-Buen chico, buen chico.-le susurró al animal acariciándole donde en unos años, o tal vez menos, le nacerán los cuernos.-He traído algo para ti, lo recogí esta mañana del jardín, sé que te gustan mucho.-dijo rebuscando en su bolsa y sacó una manzana.
El cervatillo no tardó ni un segundo en acercarse a la manzana, y en sus grandes ojos oscuros se reflejó su felicidad.-Toma, cógela, tengo que irme, pero esta tarde volveré, espérame por aquí cerca, ¿vale?-el ciervo parece asentir con la cabeza y se internó otra vez entre los árboles, mientras Elanor empieóa a correr hacia la casa de la Sabia Zaisere, que seguro lleva esperándola un rato.

La Sabia tenía la puerta abierta, como siempre, puesto que la jefa del Clan no tiene de que preocuparse. Elanor pasa al interior, y justo antes de que entre en el salón o que salude, dice la anfitriona:
-Buenos días pequeña Elanor, siéntate en el sofá, quiero hablar contigo.
-Por supuesto que sí, gran señora.-dice mientras se sienta.
La Sabia está de espaldas a la puerta, cogiendo cosas de un mueble de cajones. Era una mujer francamente bajita, con el pelo muy blanco y ondulado que le caía por la espalda.
-No me llames así, pequeña, me hace sentir demasiado vieja.-dice con una risa- Y además no merezco ese trato tan respetuoso.-comenta mientras se gira hacia Elanor, sonriéndole, y se sienta enfrente de ella. Elanor vió que ese día llevaba pintadas en la cara unas marcas que, a su parecer, transmitían tristeza.
-Claro que lo merece, gobierna todo el Clan porque es a persona que más merece ese puesto, el Amuleto lo decretó así.
-El Amuleto-dice la Sabia con un suspiro- Precisamente de eso quería hablarte. Es una larga historia la que debo contarte, pero no debo contártela solo a ti, así que discúlpame por solo poder contarte una parte. Al menos de momento.
-No se preocupe gran señora.-la anciana mujer hizo un gesto de desagrado al escuchar ese nombre.
-Antes de nada, quiero aclarar unas cosas contigo, pequeña. Ya sabrás que cada Clan tiene unos rasgos particulares y que algunos de ellos hacen destacar a personas importantes, según cuentan las leyendas, ¿no?
-Por supuesto, Sabia, pero, ¿por qué es eso tan importante? Se perdió el resto del escrito, así que nunca sabremos que rasgos hacen a uno importante en el Clan.
-Eso es lo que tú crees, pequeña. Los Sabios recordamos muy bien cuales son esos rasgos. Tu tienes los ojos de dos colores diferentes pequeña Elanor, y no dos colores cualquiera, el verde y el marrón. Colores que simbolizan la tierra y la vegetación, todo en lo que creemos los Zaiseres se representa con esos dos colores. Ese es un rasgo que no se ve desde hace muchos siglos, mi pequeña. Y eso, junto con otro rasgo tuyo, te hace muy importante. Estás predestinada para esto, Elanor.
-Eso no puede ser, Sabia. No destaco en nada, soy una chica cualquiera.-dice Elanor pasmada, y
nerviosa, muy nerviosa.
-¿Ah sí?-dijo la Sabia con una sonrisa irónica en su rostro- ¿Y ese talento tuyo con los animales y las plantas? Porque por lo que sé, ningún otro jardín crece tanto como el que cuidas tú, y aquel cervatillo canela que he visto cerca de la Ciudad solo se acerca a tí.
Elanor estaba asombrada, -“¿cómo sabela Sabia lo de Cornamenta? No lo sabe nadie”- pensó la joven.
-No me mires así, -dijo con una carcajada la anciana- sé todo lo que pasa en mi Clan, es parte de mi trabajo. Creeme, Elanor, estás destinada a algo grande, y creo que ya sé lo que es. Y sé que te va a costar asimilarlo y conseguirlo, pero confío en ti.
-¿Qué quiere decirme con eso, gran señora?-preguntó Elanor con curiosidad.
Acompáñame al Centro para una reunión de los Cuatro Sabios. Necesito tu ayuda, Elanor. Toda la Ciudad la necesita.

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