Seguidores

Buscar este blog

martes, 10 de septiembre de 2013

Epílogo

Aquí os dejo el final de la historia de los Primeros Juegos del Hambre, espero de todo corazón que os haya gustado la historia ^^ Dentro de poco subiré el primer capítulo de una nueva historia, o eso espero, porque aún me queda darle los toques finales a la historia.
Gracias por leer, y comentad si queréis dando vuestra opinión :)




-Meses después fui a la Gira de la Victoria. Me alegre muchísimo de volver a ver a Nooria, Tiberius, Orión y Samantha. Ellos sabían el truco de Snow, habían prometido no decir nada, pero lo sabían. Fue un completo calvario ir distrito a distrito dando discursos y ver las caras desoladas de las familias de los muertos, en los distritos de mis aliados hable un poco de cada uno de ellos, y creí ver un poco menos de dolor y odio en las caras de sus familias. Pero cuando fui al Capitolio, me alegre de ver al Presidente, ¿quién lo diría, eh? Le agradecí todo lo que había hecho y él me sonrió con la primera y última sonrisa verdadera que vi en el rostro de un Presidente de Panem.
Cada vez me caía mejor este hombre, con lo que lo odiaba al principio.

-¿Y qué paso después?-dijo la voz aguda de Abby.
-Pues que aunque cada año debo ir al Capitolio como mentora en los Juegos, veo a Lucios Snow, y a mis amigos del Capitolio. Y que luego vuelvo a casa otra vez.
-¡Pero eso ya lo sabemos!-dijo Dylan con voz enfadada.
-Yo quiero saber la historia de una vez que volviste de la Gira de la Victoria-dijo Norah.
-Muy bien-dije con un suspiro- pues Alsan y yo esperamos unos meses a escondidas, por si cualquier cosa, debía mantener mi promesa y no delatar a Snow, pero seguimos juntos. Fuimos al Capitolio para la boda de Samantha y Orión, y luego tío Henry se casó. Y años después nos casamos nosotros, claro que para entonces el Capitolio había olvidado a Alsan, lo presentaron en las noticias con otro nombre, y no paso nada. Y después vinisteis vosotras dos, dos pequeñas mellizas, una con el pelo tan oscuro como su padre, y otra tan rubia que podría haber sido hija de Samantha. Y dos años después vino el pequeño pelirrojo hiperactivo que está sentado en mis rodillas.-terminé de contar mirando a mis hijos.

Las dos mellizas están sentadas en la alfombra de nuestra casa, tan idénticas que solo se las distinguía por el color de sus pelos, tan contrarios como el día y la noche. Y el pequeño de la familia, sentado en mis rodillas, para variar. Con su pelo pelirrojo como yo, y los ojos tan negros como Alsan.

-Bueno, ¿se puede saber quién ha decidido no esperarme para contar el cuento del día?-dice Alsan entrando en casa mientras sonreía.
Los niños corren para abrazarle.
-A ver, a ver, tranquilos, ¿qué historia tocaba hoy, cariño?-dice después de sentarse en el brazo del sillón donde estoy y darme un beso.
-Les estaba contando nuestra historia, ya era hora de que la supieran, y como son tan pesados, no me dejaron esperar a que llegaras de trabajar.
-Bueeeeeno, vale. Os vais a librar porque esa historia ya me la sé.-dice guiñando un ojo.-Ahora ya sabéis el por qué de vuestros nombres completos, ¿no chicos? Abby Samantha, Norah Prudence y Dylan Sirius.-los chicos le miran con cara de felicidad mientras asienten.-Anda chicos, id a vuestro cuarto mientras mamá y yo hacemos la cena.

Los niños se van corriendo a su cuarto y nosotros empezamos a hablar.
-Sé que no te hace gracia que les contara la historia, pero me pareció que deberían saberlo, las mellizas cumplirán 12 pronto, y Dylan ya tiene 10, tampoco es tan pequeño.
-En realidad, me parece bien.-dice Alsan, por lo que me quedo un poco asombrada.- ¿Les has contado lo de las cartas?
-No lo he hecho. Creo que aunque nunca entren en los Juegos, no deberían saberlo y presumir por  ello. Aunque gracias al cielo que no entrarán.
-Más bien gracias a Snow, ¿no?-dice Alsan, aunque parece que está de acuerdo conmigo en no contárselo a los niños.-Anda, vamos a preparar la cena.


Terminamos de cocinar y Alsan va a avisar a los niños, pero vuelve sin los pequeños.
-Ven a ver como están.
Vamos juntos a la habitación que comparten los tres. Están tumbados en el suelo, con las cabezas muy juntas, los tres dormidos.
-Bueno, si no tenían hambre podrían haberlo dicho.-digo riéndome.

Entre Alsan y yo los colocamos a cada uno en su cama.
A Abby en la litera de arriba, a Norah en la de abajo. El contraste de sus pelos, tan rubio, casi blanco, el de Abby, y tan oscuro el de Norah, vuelve a sacarme una sonrisa una vez más.
Y al pequeño Dylan lo acostamos en su cama en la pared de enfrente.
-¿Mamá?-dice Dylan, que parece haberse desvelado un poco.
-Vuelve a dormirte cariño.-le contesto en voz baja.
-¿Te puedo preguntar una cosa?-asiento con la cabeza- ¿Crees que nosotros somos tan valientes como tus amigos? Ya sabes, esos por los que nos llamamos así.
-Por supuesto que sí Dylan.
Dylan cierra los ojos de nuevo con una sonrisa, y en menos de un minuto, vuelve a dormirse.

Esperamos a que estén bien dormidos antes de irnos y cerramos la puerta con cuidado. Una puerta llena de huellas de manos llenas de pintura a la altura de los chicos.

-Me alegro de que ellos no tengan que vivir lo que nosotros vivimos.-le digo a Alsan mientras vamos hacia la cocina.
-Pues yo me alegro de haber vivido los Juegos, aunque fueran espantosos, porque, sin esa experiencia, ¿cómo habría conseguido que la chica de mis sueños se fijara en mí?-dice con una sonrisa en su rostro.
-Simplemente siendo como eres, Alsan -le contesto poniéndome de puntillas para besarle.


Y cuando seguimos andando hacia la cocina para cenar, miro una vez más el anillo de Shail, mi posesión más preciada. Y una vez más, estoy segura, de que Shail nos cuida, ya no solo a mí, a todos, desde donde quiera que esté, y que ahora mismo, está sonriendo, porque, al fin y al cabo, todo ha salido bien.

1 comentario: